Proceso de socialización en la etapa preescolar

Las experiencias que tiene el niño con sus iguales, desde la edad de 2 ó 5 años, en adelante, hasta la adolescencia no solo le ayudan en los aspectos sociales de su desarrollo sino que además son elementos necesarios para el proceso mediante el cual se descubre a si mismo como individuo por derecho propio. Por lo tanto la vida del niño con sus iguales tiene importancia desde un punto de vista afectivo y desde el punto de vista del desarrollo de su concepto de si mismo. En su desarrollo la asociación con sus coetáneos, el hecho de compartir con ellos ideas que no comparten en su casa, de tomar decisiones y de intervenir en actividades en las que el y sus iguales no tienen que dar cuenta a los adultos, constituyen elementos importantes del proceso mediante el cual aprende a valerse por si mismo. Para aprender a vivir socialmente con sus compañeros, el niño debe tener la oportunidad de asociarse con otros niños. Se han hecho varios estudios para poner a prueba el efecto de la concurrencia al Jardín de Infantes. En los estudios de esta clase es importante que se tenga en cuenta el factor de maduración. Entre las tendencias que señalan de manera más o menos concluyente los estudios realizados en este campo, figuran los siguientes: los niños que concurren al jardín de Infantes han mostrado un aumento en su participación en las actividades de grupo y en la cantidad y variedad de los contactos sociales y una disminución en las formas de comportamiento en los que son espectadores. Manifestaron un aumento en su estabilidad y espontaneidad en la participación y una disminución en la tendencia a demostrar temor a otras personas.
En varios estudios se ha observado que el niño común de escuela de párvulos ha mejorado en sus ámbitos cotidianos, con aumentos consiguientes en la libertad de acción y una disminución en la dependencia de los adultos.
Se ha comprobado también junto con un aumento en la socialibilidad un aumento en la tendencia del niño a ejercer la independencia, a afirmarse coma individuo, a defender sus intereses y derechos según el los ve.
En los estudios realizados se ha observado, por ejemplo, que los cómputos de la resistencia de los niños (cantidad de veces que se negaban de palabra o de hecho a hacer lo que pedían los otros, a ceder terreno, etc.) se relacionaba mas íntimamente con el tiempo que había pasado en el Jardín de Infantes que con el factor edad cronológica.
Las afirmaciones anteriores se basan en las tendencias generales o los promedios de grupos completos, en Ia realidad son muchos los que no se ajustan a esta tendencia general. Para algunos niños éste primer alejamiento del hogar resulta una experiencia traumática.
La adaptación a la escuela primaria exige, no tan solo capacidad intelectual sino, además, condiciones de madurez de la personalidad. Estas dependen de la experiencia diaria del niño. Es difícil que aquel que no ha tenido oportunidad de convivir, jugar, reñir, competir, ponerse de acuerdo y colaborar con otros de su edad pueda hacerlo de inmediato fácilmente. Lo que ocurre más comúnmente es que tal niño se retraiga o experimente ansiedad, o espere de los demás atención especial, si esta acostumbrado a recibirla en el hogar y que por todo ello no se adapte bien a la escuela.
Hay que conocer las características de Personalidad del infante preescolar para poder comprender luego su proceso adaptativo. ¿Cómo es el niño de 4-3 años cuando ingresa a la Escuela? En sus actitudes con respecto al medio, proyecta su actitud mental, sus impulsos y emociones, sus tendencias sociales, su personalidad, en suma, pero estas proyecciones también aparecen en los movimientos expresivos mismos. Necesitan la oportunidad para el desarrollo de los sentidos y para la práctica de las habilidades corporales, la necesidad de hacer algo físicamente. Sus músculos exigen ejercicio, sus sentidos exigen experiencia —y solo pueden ser educados por su propia experiencia.
En lo que a desarrollo se refiere, el niño de jardín de infantes es todavía demasiado individualista; su mundo esta centrado en sus propios sentimientos. Es lo que se ha llama el punto de vista de los ocupado en sus p. Se puede observar que cada niño, en un grupo, esta utilizando a los otros para sus propios fines, no juega con ellos en un sentido cooperador.
Este nuevo enfoque incluye acentuados sentimientos de incomodidad y culpa porque la confiada autonomía que alcanza, es inevitablemente frustrada en alguna medida por la conducta autónoma separada de los otros, que no siempre concuerda con la soya propia.
El juego-actividad propio del niño a esta edad es el factor dominante en la vida infantil. Ellos establecen contactos sociales y desarrollan relaciones sociales mientras juegan. Su juego es, según todas las apariencias, una proyección de sus sueños, es típica la ausencia total de reglas, son susceptibles de cambiar tan rápidamente como las imágenes de un sueño, y pueden implicar elementos tan incoherentes como los oníricos. Como adiestramiento social, se convierte en reflejo de las relaciones familiares, es el primer intento de establecer contactos sociales y de comprender significado del mando y de la subordinación; cumple el papel de ensayo de actividades de la vida, en una pantomima de los deseos y deberes del niño. Las reglas, que aparecen paulatinamente al final de esta etapa junto con una mayor participación y comunicación con sus pares, reflejan sus primeros intentos de organización en los ámbitos mental, emocional y social.
CITA BIBLIOGRÁFICA: Linguido, Mónica Carolina; Zorraindo, María Raquel (1981) Proceso de socialización en la etapa preescolar (En línea). Revista de Psicología (La Plata), 8 : 26-31.
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